El síndrome coronario agudo, que incluye el infarto agudo de miocardio (IAM) y la angina inestable, generalmente es el resultado de la ruptura de placas ateroscleróticas. En el caso del IAM, la obstrucción de los vasos sanguíneos coronarios por coágulos detiene el flujo de sangre hacia las células musculares del miocardio. Esta interrupción del suministro de oxígeno provoca la necrosis de las células cardíacas, ocasionando daños en el tejido miocárdico.
Los síndromes coronarios agudos suelen estar acompañados de angina de pecho u otros síntomas isquémicos y deben ser tratados como emergencias médicas. Los cambios en el electrocardiograma (ECG) constituyen la primera y más crucial herramienta diagnóstica en el IAM.
Los marcadores cardíacos son indicadores bioquímicos clave para evaluar el daño miocárdico, ya que se liberan en la circulación sanguínea desde el tejido cardíaco necrosante. Entre los primeros marcadores disponibles, la mioglobina puede detectarse tan solo 2 a 3 horas después del inicio del dolor torácico, alcanzando su nivel máximo entre 7 y 10 horas, y retornando a los valores normales aproximadamente en 24 horas. La determinación de mioglobina es una prueba de laboratorio temprana y sensible, que complementa al ECG en las fases iniciales del IAM. Además, la mioglobina es una herramienta valiosa para monitorear la efectividad de la terapia trombolítica.
Las troponinas cardíacas son actualmente los marcadores más sensibles y se han integrado en la mayoría de las guías clínicas en los últimos años. En situaciones donde las troponinas no están disponibles, o en casos de sospecha de reinfarto, la medición de creatinquinasa (CK) junto con su isoenzima CK-MB continúa siendo útil para el diagnóstico y seguimiento del infarto de miocardio.
La creatinquinasa es un dímero compuesto por dos isoenzimas: CK-M (músculo) y CK-B (cerebro). Las isoenzimas CK-MM, CK-MB y CK-BB predominan en el tejido muscular, cardíaco y cerebral, respectivamente. Debido a estos diferentes orígenes, la relación entre CK-MB y CK total ofrece una herramienta diagnóstica más robusta.
La lactato-deshidrogenasa (LDH) y la α-hidroxibutirato-deshidrogenasa (HBDH) fueron algunos de los primeros marcadores cardíacos utilizados. Dado que la α-HBDH es una isoenzima de la LDH con especificidad y origen distintos, es importante considerar la relación entre ambas actividades enzimáticas. Gracias a su elevación tardía y su prolongada vida media, la α-HBDH puede ser un indicador de infartos cardíacos previos y asintomáticos.
En definitiva, los biomarcadores son herramientas esenciales para la evaluación de pacientes con dolor torácico. Sin embargo, la interpretación clínica y el juicio médico en cada caso son insustituibles. Se requieren estudios adicionales, con diseños específicos, para optimizar el uso de los biomarcadores disponibles.
Autor: Daniel E. Ramírez Asmat